Valencia

La semana pasada tocó ir a Valencia. Poco turismo cuidadano, pero amén de otros sitios dignos de visitar en condiciones, el turismo gatronómico y enológico incluyó dos sitios difíciles de superar.
- Ximo Sáez: Coqueto restaurante, de tamaño medio, con un reservado muy acogedor, situado en el distrito L'Eixample-Gran Vía. Cocina moderna de origen mediterráneo, basada en la materia prima. Disfrutamos de un jamón de Sánchez Romero Carvajal simplemente soberbio; espuma de patatas bravas original y deliciosa; huevos templados con trufa exquisitos; y una sorprendente presa ibérica, presentada en forma de milhojas, con lonchas de jamón y finísimas lonchas de patata frita. Sublime. Todo fue convenientemente regado con una magnum de Summa Varietalis 2004 del Marqués de Griñón (DO Dominio de Valdepusa) perfectamente presentada y servida (incluído el envinado de las copas) por el sumiller. Rojo cereza brillante, aromas intensos muy frutales con balsámicos y especias, paso por boca con una acidez deliciosa y unos taninos muy bien integrados. La segunda botella, ésta de 0,75 y que era del 2005 resultó aún más fina y elegante, con un paso por boca más sedoso. Al final, charla con el propio Ximo Sáez, una persona muy agradable y que disfruta mucho con su trabajo, que nos invitó a una copita del Pedro Ximenez que compra sólo para él y su familia.
Un restaurante muy agradable, comida deliciosa, atención magnífica, y muy buena bodega. Para repetir sin duda ninguna.
- Vertical: Situado en la 9ª planta del Confortel, justo frente a la Ciutat de les Arts i les Ciéncies, de espacios amplios y con unas preciosas vistas. Definen su cocina como dinámica y mediterránea, con gran respeto a la materia prima. No hay carta, sólo un menú degustación que cambia periódicamente. En nuestro caso, aparte de varios aperitivos de la casa, destacar la crema de foie con trufa blanca, un sabor muy intenso en una textura muy suave, y el arroz negro con rape, setas y habitas, en su punto, con una original y bien traida mezcla de sabores y texturas. El aperitivo del postre era una espuma de frambuesas y casis con cereza, muy rica. En este caso, y aconsejados por la sumiller (una muy profesional y simpática chica brasileña), acompañamos el menú con champagne André Crouet, elaborado con pinot noir; aromas delicados de frutos secos (almendras y avellanas), y a pesar de un perlaje casi inexistente, una explosión deliciosa de carbónico en boca. Mencionar nuevamente el agradable detalle del envinado de las copas, y la más que amena charla posterior con la sumiller.
Un restaurante para sorprender y deleitarse con la comida y las vistas.

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