El Château de Carles es una de las propiedades más antiguas de la AOC Fronsac, en la llamada "orilla derecha" de Burdeos. El castillo en sí data de la década de 1400, cuando era una fortaleza propiedad de la familia De Carles. En 1900, la familia de Castaing adquiere el viñedo y toma las riendas de la bodega, que actualmente es dirigida por Stéphane Droulers y Constance Chastenet de Castaing, que cuentan desde 2007 con la expriencia de Jean-Luc Thunevin y Alain Reynaud.
Château de Carles posee unas 20 Ha de viñedo con suelos arcillosos y calcáreos en los que hay plantadas Merlot, Cabernet Franc y Malbec, con una edad media de las cepas de 30 a 35 años y con una densidad de 10.000 cepas por Ha. La vinificación tiene lugar en depósitos de acero inoxidable, cubas con temperatura controlada y barricas de roble de 500 litros, y los vinos tienen una crianza de unos 18 meses, con un 70% de barricas nuevas. Elaboran dos vinos: Haut Carles es su vino de alta gama, con más concentración y expresividad, buscando competir con los mejores de la región de Burdeos, mientras Château de Carles es el vino tradicional de la propiedad, del que producen unas 30.000 botellas al año.
La añada 2012 no fue fácil en Burdeos. Primvera muy húmeda, mildiu, maduración tardía, verano muy seco, otoño inestable... Aún así, según la opinión general, el clima permitió la producción de buenos vinos. A pesar de estos antecedentes, en su día nos animamos a adquirir en avanzada varias botellas de esta añada, de ambos márgenes y con algunos Cru Classé entre ellas, y después de haber leído algunas recomendaciones sobre los mejores momentos para probarlas, hemos decidido empezar por el vino que hoy comparto.
Château de Carles 2012 (AOC Fronsac, tinto con crianza, 90% Merlot, 5% Cabernet Franc, 5% Malbec; Château de Carles) se elabora con viñas de unos 35 años de edad media, y tras vendimia manual y selección de racimos, se vinifica por parcelas en acero inoxidable con control de temperatura, y tiene una crianza de 6 meses en acero y 12 meses en barrica. Tras decantar y airear, nos encontramos con un vino de color rubí con ribete donde parece que quiere asomar algún mínimo destello atejado, quizá mínimamente velado. La nariz es de intensidad media, delicada, donde a copa parada aparecen sobre todo frutos rojos maduros, que van dejando paso a frutas negras, hierbas aromáticas, notas terrosas y algún deje de cuero y tinta. En su paso por boca tiene una entrada frutal, de buena acidez, con cuerpo medio, taninos muy pulidos y muy sedoso, con un final muy agradable.
No es un Burdeos de levantar las cejas de asombro, pero es un vino muy rico, muy redondo y sedoso, en un muy buen momento para disfrutarlo, y creo que con muy buena RCP.
Comentarios
Publicar un comentario