Estrenándome con los Blancos Secos de Burdeos

Burdeos es una región vinícola famosa sobre todo por sus vinos tintos a base de Cabernet Sauvignon y Merlot, y por sus blancos dulces elaborados en las zonas de Sauternes y Barsac basados en la Sémillon afectada por la podredumbre noble. Pero también se elaboran en Burdeos vinos blancos secos, sobre todo con Sauvignon Blanc, con aportes de Sémillon y Muscadelle.
Clarence Dillon adquiere Château Haut-Brion en 1935 y establece lo que será el Domaine Clarence Dillon. En 1983 adquieren el Château La Mission Haut-Brion y sus crus asociados, los Châteaux Laville Haut-Brion y Laville Haut-Brion. En 2002, el príncipe Roberto de Luxemburgo, bisnieto de Clarence Dillon, es nombrado director general de la sociedad, y en 2005 toma la iniciativa de crear la marca de vinos premium de Burdeos Clarendelle. Actualmente Clarence Dillon Wines, aparte de los famosos Château Haut-Brion y Château La Mission Haut-Brion, disponen de una amplia gama de vinos grand cru de Pessac-Léognan, Médoc, Pomerol y Saint-Émilion.
La gama Clarendelle nace con la intención de poner a disposición del público una serie de vinos de marca manteniendo la filosofía y las ideas de calidad de sus famosísimos compañeros de empresa. Los vinos son elaborados por el personal de Clarence Dillon Wines conjuntamente con el equipo de los Châteaux Haut-Brion y La Mission Haut-Brion. Actualmente se distribuyen en unos 30 países, y a diferencia de la mayoría de vinos bordoleses, salen a la venta “cuando están listos para beber”. El catálogo de la marca Clarendelle consta de cuatro vinos, Clarendelle Rouge, Clarendelle Blanc, Clarendelle Rosé y el blanco dulce Clarendelle Amberwine.
El vino que probé el otro día, fruto de una reciente adquisición, fue el Clarendelle Blanc. Se elabora principalmente con Sémillon y Sauvignon Blanc, con pequeños aportes de Muscadelle en algunas añadas. Clarendelle Blanc 2012 (AOC Bordeaux, blanco con crianza con sus lías; 71% Sémillon, 24% Sauvignon Blanc, 5% Muscadelle; Clarende Dillon Wines) es un vino de un bonito color amarillo pajizo claro con reflejos oro pálido. Tiene una nariz elegante, de intensidad media, con jazmín, fruta tropical y de hueso y algún recuerdo de ciruela claudia. En boca tiene una buena acidez con un punto de dulzor que no me esperaba encontrar, es muy frutal y con un agradable amargor final. Un vino rico, dulzón, elegante aunque no muy complejo. Yo lo bebí con pescado, pero creo que iría muy bien con algo de foie o incluso queso azul no muy intenso. A ver qué tal evolucionan las dos botellas que me quedan, aunque no creo que merezca la pena dejarlas mucho tiempo olvidadas en la vinoteca.

Comentarios

  1. Interesante. La verdad es que Burdeos, en general, también es una asignatura pendiente para mi, tanto en tintos como en blancos. El hecho de tener La Tintorería cerca, que se decanta claramente por Borgoña sin duda me ha condicionado.
    tengo la impresión de que algo muy bueno me estoy perdiendo.
    Saludos
    Vicente

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    1. Hola Vicente.
      Mi experiencia en vinos de Burdeos se limita a unos 13 o 14 tintos de distintas AOC y clasificaciones, algún Sauternes y este blanco. Y esa corta experiencia me ha enseñado que los Cru Classé lo son por algo, que hay que tener mucho ojo con los segundos vinos y que buscando se pueden encontrar grandes vinos a precios razonables. Ojo, también vinos bastante mediocres.
      Este, como digo, está bien sin ser memorable, pero me salió bien de precio.
      Saludos.

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