Vinos de Alejandro Fernández

Para los aficionados al vino español, este personaje no necesita presentación. Impulsor fundamental de la creación de la DO Ribera del Duero, y autor de algunos de los vinos más conocidos de este país, como el famoso Tinto Pesquera.
Alejandro Fernández sigue la tradición familiar, y elaboraba todos los años algo de vino con uvas de sus pequeños viñedos. En 1972 logra tener su primera bodega, un antiguo lagar de piedra del siglo XVI, que con el paso de los años, se transforma en lo que es hoy la bodega de Alejandro Fernández Tinto Pesquera en Pesquera de Duero, Valladolid. Poco a poco, a la bodega original se suman otras tres: Condado de Haza en la burgalesa localidad de Roa; El Vínculo, en el Campo de Criptana (Ciudad Real), y Dehesa La Granja, en Vadillo de la Guareña (Zamora).
Fernández es un apasionado de la casta española más famosa, la Tempranillo, a la que trata con cariño y delicadeza, buscando vinos que conjuguen la calidad frutal con las aportaciones de la crianza en madera.
Pesquera Crianza 2009 (DO Ribera del Duero, tinto con crianza 100% Tempranillo) pasa por una crianza de 18 meses en barrica de roble americano y posteriormente reposa 6 meses en botella antes de salir al mercado. Es un vino de color cereza oscuro, de capa media alta, con ribete aún violáceo. En nariz destacan en primer plano la vainilla y los torrefactos, pero con presencia marcada de fruta roja y negra. En boca es agradable, de buena acidez, con un tanino muy dulce y con un final frutoso no muy largo. Un vino que catalogaría de bebible y disfrutable, sin ser nada espectacular, pero que da una idea de la calidad de deben tener sus hermanos mayores.
El Vínculo Crianza 2005 (DO La Mancha, tinto con crianza 100% Tempranillo) se elaboró con una crianza idéntica a la de su primo de Pesquera de Duero, 18 meses en barrica de roble americano y 6 en botella. Viste ya de color granate algo velado, con ribete granate asomando el teja. En nariz, inicialmente reducción, estando muy muy cerrado; luego deja salir café, cacao, fruta negra en licor y maderas. En boca es aún frutal, buen cuerpo, acidez correcta y un tanino suave que se marca más hacia el final. Franca mejoría tras 24 horas, conjuntándose más en boca y haciéndose más disfrutable. La sensación fue de un vino algo deslavazado, del que creo que su punto álgido ya ha pasado.
Dehesa La Granja 2005 (VT de Castilla y León, tinto con crianza 100% Tempranillo) permaneció criándose durante 24 meses en barricas de roble americano. Muestra un color picota muy cubierto, con ribete granate. En primer plano nos da aromas dulzones, como de cacao, seguidos de fruta negra muy madura, confitada, y un elegante especiado. En boca está muy redondo, frutal, con una acidez correcta y tanino muy dulce y muy integrado. Está el vino en un momento muy bueno de evolución, pero no creo que el inicio del declive se haga esperar demasiado. Quizá el más atlántico de los cuatro, y el que más me gustó.
Condado de Haza 2008 (DO Ribera del Duero, tinto con crianza 100% Tempranillo) pasa también 24 meses en la bodega, 18 en barricas de roble americano y 6 en botella. Su color está dominado por el granate, tanto en el centro como en el ribete. En nariz aparecen en primer lugar los aromas del paso por barricas, sobre todo cacao, unidos a una fruta fundamentalmente negra (ciruela muy madura), con algo de roja, y a un recuerdo de madera serrada y de flores secas. En boca es suave y frutal, de cuerpo medio, sedoso y muy redondo, con tanino muy integrado. Un ribera interesante, más complejo que la versión crianza de su compañero de DO.
Cuatro vinos que muestran sus diferencias sobre un hilo conductor común, esa crianza en roble americano que marca su personalidad, pero que no ahoga la fruta en ningún momento. Quizá me quedaría con Dehesa la Granja, seguido por el interesante Condado de Haza. El Vínculo es un vino que siempre me ha gustado, pero que en este caso, no ha podido con el paso del tiempo.

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