Barcelona, semana pasada

Por cuestiones de trabajo he estado la semana pasada en Barcelona, ciudad que me encanta, y que me hace disfrutar enormemente cada vez que voy. Hubo tiempo para el disfrute, y amén de Luz de Gas y de tapeo por la Rambla y la Plaza Real, he podido conocer tres nuevos restaurantes, donde hemos comido y bebido muy a gusto, y donde lo hemos pasado muy bien.
- ICHO. Cocina de autor japonesa. En realidad, un sitio bastante ecléctico, donde lo mismo te sirven nigiri de anguila asada que papada de cerdo ibérico. Personalmente disfruté con un combinado de sushi y sashimi muy bueno (el corte del sashimi un poco grueso para mi gusto), un delicioso tartar de atún sobre crema de tofu al wasabi y pesto de rúcula y de postre un bizcocho dorayaki (con alubias rojas, helado de haba tonka, crujiente de yuba y salsa de café). Y en plan experimentación, el vino elegido fue un Bierzo, si señor, Bodega del Abad. Curioso maridaje, que resultó tener éxito. En resumen, un japonés curioso que no estaba nada mal.
- Can Fusté. Cocina de mercado con algún toque actual. Atención muy esmerada (cierto que íbamos con echufe), y comida tradicional muy buena. De entrantes unos guisantes con jamón como hacía tiempo que no comía y un tartar de atún riquísimo. De plato principal, una carrillada de cerdo ibérico a la que ni sobraba ni faltaba nada. Con la comida, unas cuantas botellas de Marqués de Murrieta Reserva y a los postres Kripta Brut Gran Reserva, un cava que he de catar con calma y saborear más. Una grandísima cena en un sitio donde sin duda habrá que repetir.
- Mas Bacus. Enoteca y espacio gourmet, recetas creativas de raíces tradicionales. Dudo mucho que ningún aficcionado barcelonés al vino desconozca este sitio. Nos prepararon una mesa entre estanterías de vino, donde mis ojos no paraban de deambular de anaquel en anaquel, queriendo probarlo todo. Empezó la noche bien, con una pequeña cata de cavas del grupo Freixenet, muy amena y muy divertida. La carta es inabarcable, y nuestro anfitrión la repetía de memoria. Nos deleitamos con unas croquetas variadas, de queso idiazabal, de setas y de bacalao, cada una acompañada de su salsa propia. Luego, foie gras torchón, simplemente celestial, y que ecelipsó al resto de entrantes. Como plato fuerte, unas mollejas de cordero con pasas, que aún con el recuerdo de los entrantes, quedaron flojas, pero que estaban muy buenas. Los vinos pasaron por Naia (rueda verdejo que me sorprendió gratamente, siendo como soy poco aficcionado a ellos), Paso a Paso 2007 (DO La Mancha, juvenil y muy muy rico), Alice creo que del 2003 (DO Priorat, y como corresponde, con una personalidad y una presencia impresionante), y para finalizar, un licor de hierbas tradicional cuyo nombre no recuerdo. Con semejante menú, y la presencia de nuestro anfitrión, explicando, enseñando y catando con nosotros, la experiencia fue memorable, y sin duda, para volver.
En fin. Barcelona es una continua fuente de placeres, a la que no me resisto a volver una y otra vez.

Comentarios